Los primeros siglos

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Quien es al mismo tiempo dueño del c. y objeto de amor. Algunos personajes del c. (fe divinamente revelada, dogmática, página de inicio misionera, universalista, soteriológica y escatológica) permiten que se organice bajo el elemento tipológico entre las religiones ‘modernas’.

  1. Sin embargo, se diferencia de todos los demás en el rasgo único del culto de Cristo, que es Dios hecho hombre para conservar al hombre, que murió y volvió a crecer al tercer día; ni Moisés ni Mahoma ni Buda ni Zaratustra ni Mani, de hecho, nunca antes tuvieron una oración magnífica.
  2. A este elemento diferenciador del c. añadimos el de haber nacido realmente históricamente dentro del judaísmo, una religión consecuentemente expuesta y puesta en marcha, con su propio canon de Escrituras espirituales y también, al menos posiblemente, también universalista.

Las creencias religiosas reveladas por Jesucristo

En consecuencia, los cristianos también se consideran individuos elegidos, individuos de Dios, creación divina, Iglesia.

Llegar a ser miembro de este individuo depende de problemas específicos: inicialmente, la iniciación bautismal, que presupone la fe en Jesucristo Redentor, muerto y subido; a esta fe está totalmente unida, como primer precepto de la antigua y también de la nueva legislación, el amor a Dios y al prójimo; en esta fe se arraiga la esperanza en la bienaventurada inmortalidad, provista por los beneficios misericordiosos y la justicia de Dios Padre de los hombres.

Historia

  1. A lo largo de su historia los diferentes componentes del c. en realidad han sido enfatizados, interpretados y experimentados de otra manera y esto aclara la fragmentación a la que realmente ha llegado;
  2. Por otro lado, no sólo el impulso misionero de difundir el hecho entre todos los hombres para hacerlos partícipes de la redención, sino también el anhelo de la reunión de todos los cristianos, que posteriormente se expresó de diversas maneras.

Los contrastes iniciales surgieron ya en la época apostólica, con la oposición en Palestina entre los observadores más inflexibles de las prescripciones judías y también los más abiertos a la cultura del mundo clásico, los ‘helenistas’.

La disidencia se hizo mucho más abierta como c. se extendió a las áreas limítrofes y se enseñó primero entre los judíos, pero igualmente, en una acción progresivamente grande y continua, a los gentiles.

La liberación de las prescripciones rutinarias del Antiguo Testimonio, invitada por San Pedro y los apóstoles de Jerusalén, fue predicada por el s.

Pablo en viajes misioneros a Asia y también a Europa

La C. acabó siendo así, ya hacia finales del siglo I. y la mitad de la segunda, una creencia religiosa principalmente entre los gentiles.

A esto se sumaron los dilemas del judaísmo, con la sublevación, severamente abatida por Vespasiano y también por Tito, así como la batalla, que terminó con la devastación de Jerusalén y su templo.

Pablo en viajes misioneros a Asia y también a EuropaPor otro lado, la inserción en el globo terráqueo de la cultura helenística iba a producir un dilema: intimidados por la absorción por la especulación filosófico-religiosa, c. respondió al peligro del ‘gnosticismo’ tanto con la absoluta intransigencia de quienes se oponían a él con una clara negación, como también intentando absorber la cultura y también el punto de vista de los griegos.

  • Los apologistas se dedicaron a esta tarea, pidiendo a los emperadores y también a las autoridades en general que cesaran las persecuciones, rechazando las calumnias, destacando la perfección ética y también la racionalidad de la nueva fe.
  • Juntos, la organización de la Iglesia se fue convirtiendo en un número cada vez más sólido.
    higo. 1

El flamante plan eclesiástico, inaugurado por Constantino con la ordenanza de Milán de 313, no se complacía en no maltratar ni pretendía introducir el c. en el contexto de un enorme y también leal sincretismo, sin embargo para cristianizar el reino y el c.

Real; así como para este objetivo, a Constantino y mucho más a su sucesor Constancio II, el arrianismo le pareció preferible, no obstante condenado en el Concilio de Nicea (325). De ahí la extensión de los conflictos trinitarios, a lo largo de los cuales la Iglesia declaró, con la pureza de la doctrina, también su propia libertad.

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