Una Iglesia que “ha llevado la alegría del Evangelio a la cotidianeidad”. 90 años de la Acción Católica Argentina

Bogotá, D. C., 7 de abril

Prensa Celam. Una misa en la que se “eleva al Señor una sentida oración por la Acción Católica Argentina”. Así definía el cardenal Mario Aurelio Poli la celebración de los 90 años de dicha institución, fundada el Domingo de Pascua de 1931, que era conmemorado este lunes, 5 de abril, en la catedral de Buenos Aires.

Una institución siempre al servicio de la evangelización

En una Eucaristía concelebrada por sus obispos auxiliares y el obispo de San Justo y asesor general de la institución laical, monseñor Eduardo Horacio García, el purpurado señalaba que la Acción Católica “nació de una Pascua, y en su largo y fecundo servicio a la Iglesia de Argentina, como lo sugirió el Concilio, en todo su largo camino se dejó transformar por el Misterio Pascual que le dio origen, y llega hasta nosotros con toda su vitalidad, como la institución laical que siempre estuvo con una permanente vocación de servicio a la tarea evangelizadora de la Iglesia”.

Ante algunos representantes de la Acción Católica presentes en la catedral porteña y los que participaban a través de las plataformas, redes sociales y medios de comunicación, el cardenal Poli decía que “nos alegra el renovado rostro de la Acción Católica en sus niños, adolescentes y jóvenes”, recordando las palabras del Papa Francisco en la Christus Vivit: “Vive Cristo, vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo, todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida”, insistiendo en que “Él no solo vino, sino que viene y seguirá viniendo cada día, para invitarte a caminar hacia un horizonte siempre nuevo”.

Dejarse tocar por la Resurrección de Cristo

El arzobispo de Buenos Aires recordaba el empeño de la Acción Católica en “buscar con empeño la realización de la fraternidad humana, seguramente aludiendo a la encíclica Fratelli tutti, tan necesario como urgente para superar las amenazas de la indiferencia y la inequidad y fortalecer el sendero de la justicia y de la paz”. El cardenal hacía un llamamiento a “que siempre se dejen tocar por la Resurrección de Cristo, que todo lo hace verdadero, bello y permanente”, destacando a la Acción Católica como “un movimiento incondicional para la evangelización de la ciudad”.

Agradecimiento por el camino recorrido

Al final de la celebración, el presidente de la Acción Católica Argentina mostraba su “enorme alegría” por los 90 años de la Acción Católica Argentina, “aun con el dolor que conllevan la pandemia y las necesarias medidas de restricción”. Rafael Corso agradecía “por el camino recorrido”, destacando a todos los que en este tiempo “han nutrido el testimonio de una Iglesia en salida, que, a partir de la vida comunitaria, en parroquias y diversos sectores de la vida social, han llevado la alegría del Evangelio de Jesucristo a la cotidianeidad, animando con los valores del Evangelio todos los quehaceres naturales de nuestra vida”, agradeciendo por los frutos y reconociendo los errores.

Corso pedía perdón “por el amor no compartido, por el daño del anti testimonio ejercido en la tentación a la violencia, el fanatismo y el internismo, debilidades en la vida de las instituciones que consumen energías en el auto sustento y debilitan la fidelidad a la misión”. Junto con eso manifestaba su “compromiso con la Buena Noticia de Jesucristo, que sigue siendo Buena Noticia deseada y esperada, vivir y compartir la alegría del Evangelio es nuestro sentido, nuestra misión”.

Importancia del Magisterio del Papa Francisco

En sus palabras destacaba la importancia del Magisterio del Papa Francisco, “que ha mostrado rumbos claros y concretos para todo el Pueblo de Dios, Iglesia en salida, en la familia, en la comunidad, en el barrio, en los ambientes, en el mundo del trabajo, la educación, la economía, la justicia, la política, la cultura”. El presidente de la Acción Católica Argentina destacaba en el pontífice, “la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo humano integral con todos y para todos, una economía inclusiva y sustentable que responda a los gritos de los pobres y de la naturaleza, que conduzca a la generación de riqueza con un usufructo más racional de los bienes universales de la creación, garantizando la equidad distributiva y la heredad a las futuras generaciones, para no ceder a la crueldad de la indiferencia, la esclavitud y el descarte”.

Para Rafael Corso “la luz que arrojan Laudato si’, Amoris laetitia y Fratelli tutti, requieren de nosotros el esfuerzo decidido de vivir la sinodalidad eclesial y la amistad social y nos comprometen a un rumbo institucional coherente en todas nuestras iniciativas, desde los aspectos formativos, la espiritualidad, la vida de comunión, hasta los programas  de desarrollo conjuntos con organismos pastorales, organizaciones de la sociedad civil, universidades, mundo empresarial y sindical, espacios de representación y construcción del bien común, gubernamentales y no gubernamentales, que canalizamos a través de la vida de nuestros espacios sectoriales y del Instituto de formación política y social”, haciendo así un recorrido por las muchas facetas que forman parte de la Acción Católica.

Hacer memoria de aquellos que nos tomaron de la mano

Recordando que “no hay amor más grande que dar la vida por los demás” y la alegría “de la vida entregada”, Corso invitaba a hacer “memoria de aquellos que nos tomaron de la mano, nos abrazaron con amor, y con sus vidas nos revelaron el rostro del Señor conduciéndonos a una vida nueva en la fe”. Su agradecimiento era “a tantas familias, a tantos maestros, delegados, dirigentes, asesores, testigos del amor de Cristo, fuegos capaces de encender otros fuegos, fuego que hoy llevamos y queremos transmitir nosotros”, destacando su labor “en la construcción de la Iglesia y la sociedad argentina”.

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Pidiendo que María y José, en las condiciones tan particulares que estamos transitando, “nos fortalezcan en el mandato histórico de la construcción de un mundo más justo y fraterno”, Corso decía que “nos acompañe el entusiasmo de tantos que nos precedieron, nuestros santos, beatos y testigos fieles, para vivir la alegría de ser ‘todos hermanos’, abrazando todas las vidas y testimoniando la esperanza”.

 

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